martes, 15 de enero de 2008

Look at me! Parte XXVII.



Donde Ella nos cuenta quién es y cómo ha llegado hasta aquí. Parte XXVII.

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El otro día buscando no sé qué por internet se me apreció un poema. Decía así:

(…) Abrir los ojos para ver
lo mismo,
poner el cuerpo en marcha para andar
lo mismo,
comenzar a vivir, pero sabiendo
el fracaso final de la hora última.(…)


Y yo, que soy la alegría de la huerta, ya lo sabéis, me quedé con el corazón en un puño. Dios, sólo me faltaba esto, que me den coba. Que la gente ande por ahí lamiendose las heridas, llorando las penas, lamentándose los dolores…

(…) pesa tu cielo demasiado,
oprime,
aplasta, bajo y gris, como una losa. (…)

Dios, que desastre. Bonita manera de empezar el año. Por el amor de Dios, que tortura…
Después de las vaciones navideñas… con el frío y con las ganas locas de empezar a trabajar otra vez y a las 6 de la tarde es de noche y la nostalgia del calor y el solecito y la cálida brisa del mar y la piel caliente y la fruta fresca y los dias largos y las noches cortas y la hoguera de san Juan donde se queman las puertas y se abren las ventanas. Que nostalgia todo. De la pereza y del tiempo. Nostalgia de lo que se fué y nostalgia de lo que está por venir, nostalgia de lo que jamás se tuvo y nostalgia de lo que se perdió… Nostalgia siempre de lo que está en otra parte.


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El otro día Txema Salvans, el fotógrafo, me enseñó un trabajo que había hecho. Había fotografiado a las putas de carretera que suelen encontrarse sentadas bajo una sombrilla en cualquier arcén de cualquier carretera secundaria. Bueno, el tema tenía su morbo y la formula que había escogido para fotografiarlas, haciéndose pasar por ingeniero de caminos y llevando chaleco de currante y tal, era divertida, nos hizo reír bastante, pero se me ocurrió que... ¿no hubiera sido mucho más sugerente fotografiar las silla y la sombrilla solas, en cualquier arcén de cualquier carretera secundaria?

¿No contaría muchas más historias lo que no vemos que lo que nos enseña? No nos despertaría más curiosidad?

Porque… ¿Que es más sugerente? Una silla con una puta sentada en una carretera? O una silla sola en una carretera? Un sujetador en el asiento de atrás del coche o una chica en sujetador? Desear a la vecina de al lado o tener al lado a la chica que se desea.

Sí, sí, ya… tener al lado a la chica que se desea, diréis, claro… Pero... justamente ese día todo lo que habías soñado que le harías, todos los trucos que estabas dispuesto a mostrarle, se desvanecieron porque en fin, igual es que habías comido demasiado, o bueno, igual las dos últimas copas no tenías que habértelas bebido o igual es que, coño, estabas nervioso después de tanto tiempo de desearlo, bueno y ella… también te pareció que estaba un poco tensa, no sé… En fin, no fue lo que esperabas, la próxima vez quizá, no te desanimes. Jajaja! Los sueños…

Mmm… Las cosas son mucho más interesantes cuando te permiten imaginar.

Lo que no vemos es lo que más deseamos, lo que no tenemos. Por eso nos pasamos el día corriendo hacia otro lugar, porque nuestra imaginación nos lleva siempre hacia paisajes imaginarios. O al menos la mía! Disculpad! Que... “Habla por ti, bonita!” Estaréis pensando.

Por eso me gustan los cuentos que no tienen final, las películas que te dejan el final abierto, las novelas que te permiten imaginar como acaban, como seguiría la historia, cual sería el camino que tú elegirías. Por eso me ponen nerviosa las películas de Isabel Coixet, donde los cinco últimos minutos de metraje los dedica siempre a hundirte la historia contándote, diciéndote exactamente cual es el camino que han elegido sus protagonistas y que van a vivir después de que las luces del cine se hayan abierto otra vez y tú vuelvas a casa.

Y por eso me encanta la nueva versión de Blade Runner, donde al final solo aparece el unicornio de papel dejado en el suelo por el policía asiático, y la frase que todavía resuena en nuestros oídos “Lástima que ella no pueda vivir. Pero quién vive”, que significa la libertad, la libertad para Rachel y para todos, porque nos permite imaginar. Elegir un final que cuente nuestros deseos y nuestros sueños.

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Y los deseos no siempre se cumplen, ni los sueños se hacen siempre realidad, pero el futuro es algo que siempre esta al otro lado, y... quien sabe.