Donde Ella nos cuenta quién es y cómo ha llegado hasta aquí. Parte XXV.
El otro día vi un libro de texto y fotografías sobre los deseos ocultos de las mujeres, deseos sexuales, se entiende. Y vi también un reportaje en una de estas revistas femeninas que se titulaba, Las mujeres también desean. Pues vaya, ¿ no? Qué descubrimiento.
Todo el mundo tiene claro que el hombre desea, pero parece que es más sorprendente esto de que la mujer desee.
Nadie pone en duda que un pastor del Atlas marroquí, siente deseo, o que un campesino del Tibet, siente deseo. Pero... quien piensa que una pastora del Atlas marroquí siente deseo, o que una mujer de una tribu de la África negra siente deseo o que una mujer detrás de un burka siente deseo.
Según el diccionario de la real academia el “deseo” es un movimiento afectivo hacia algo que apetece. Una definición muy sencilla para algo que ha causado tantos estragos en la historia de la humanidad, no? Celos, envidias, muertes, guerras, dolor, tristeza, locura... y alguna que otra alegría muy, pero que muy pasajera.
Y cuanto arte, cuantas palabras...
Era una realidad verdadera como mi cuerpo, una tierna palpitación... de vacio.
De uno de los preciosos poemas visuales de Mar Arza.
O uno de los mejores principios de una opera que me vienen a la cabeza, Lucia de Lammermoor. No es una definición de deseo... pero casi.
-Es que quizá Lucia...
-Es que quizá Lucia...
-Lo amó.
-Así, ¿Le ha vuelto a ver?
-Cada alba...
Y bueno, como no, algunos de los textos más abrasadores y sensuales que he leído son los maravillosos éxtasis de Santa Teresa de Jesús.
(...) veía un ángel (...) en forma corporal, (...) hermoso mucho, (...) Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. (...) Los días que duraba esto andaba como embobada. No quisiera ver ni hablar, sino abrazarme con mi pena, que para mí era mayor gloria que cuantas hay en todo lo criado.
Caray... que maravilla.
Unos científicos, en la Universidad Hebrea de Jerusalén, encontraron una correlación entre variantes del ADN de 148 jóvenes en un gen denominado D4 receptor y los propios reportes de los estudiantes sobre su sexualidad. Y dicen que sería posible desarrollar drogas que alteren el deseo sexual con base en los nuevos hallazgos. Bueno, no sé con que fines maléficos deberíamos hacer eso, pero en fin, no quiero ser retorcida. De todas maneras no dicen nada de que el D4 éste pueda alterar la dirección de nuestro deseo sexual, tipo las pócimas de las hadas madrinas.
¿Porque yo te deseo a ti y tu deseas a la vecin@ del cuarto? Como funciona el organismo, los genes, el olor, el aroma, las hormonas, los estímulos eléctricos en nuestro cerebro para que, maldita sea!! Yo te desee a ti y tu desees a la jodida vecina del cuarto?
En fin.
Otro estudio científico publicado en la revista Psychological Science, dice - Aleluya!!- Que no ceder nunca a la tentación, ya sea a un cheesecake, o a cualquier otra debilidad humana habitual, puede deteriorar el cerebro. Que el autocontrol excesivo, desgasta el cerebro.
Ya lo decía también Santa Teresa: Así que aquí no hay que querer y no querer.
En fin, a lo que iba, que si las mujeres desean...
Por supuesto que desean! Y no solo desean, las mujeres desean el todo, "la muerte y la vida", como dice la canción. Y así nos va.
Veíame morir con deseo (...) Dábanme unos ímpetus grandes de este amor que, (...) yo no sabía qué me hacer; porque nada me satisfacía ni cabía en mí, sino que verdaderamente me parecía se me arrancaba el alma. (...) apretábaisme con vuestro amor con una muerte tan sabrosa que nunca el alma querría salir de ella. (...) hincan una saeta en lo más vivo de las entrañas y corazón, a las veces, que no sabe el alma qué ha ni qué quiere.
Santa Teresa otra vez. No sabían si tomarla por loca o por Santa y ya ves, tubo más suerte que Juana la Loca que perdió la cabeza por amor y por deseo y la llamaron loca. Loca!
Pues eso.
Ah! Y gracias a Mariana Grande por hacer de modelo para la fantástica Santa Teresa que ilustra el texto.
2 comentarios:
Mmmmm... a mi tot això del dardo de oro largo que en la punta tiene fuego y que se lo metía por el corazón... en fi,què vols que et digui...que em semblen metàfores com molt clares, no? O sóc jo, que sóc una mica malpensada?
Molt bé la columna, Marta!
Perquè? Que vols dir? El dardo que entra y que sale y que la deja toda llena de amor de Dios? Metáfora? De què? ;-)
Publicar un comentario