Donde Ella nos cuenta quién es y cómo ha llegado hasta aquí. Parte XXIX.
El otro día un amigo fotógrafo volvió de un viaje a Roma, que había hecho para hacer fotos de un Hotel, sin haber hecho las fotos. Es que el hotel no estaba terminado, me dijo.
El viaje lo habían hecho; él, dos asistentes y una estilista.
Que el hotel no estaba terminado, dijo.
¿Cómo que no estaba terminado? ¿Y para qué te mandan ahí? Le pregunté. Es que este cliente es muy impaciente, me contestó.
¿Os imagináis? Un cliente que manda a un fotógrafo y a tres personas más a XXX Km., para hacer unas fotos de un hotel que no está terminado. Eso solo puede pasar en nuestro mundo. Un mundo en el que un ordenador que no cumple una orden inmediatamente nos pone enfermos, un ascensor que tarda en llegar nos saca de quicio, un cajero automático demasiado lento nos hace decirle barbaridades a la pantalla o, según el día, lanzarle pequeños mensajes de animo y cariño. -Venga bonito, dale, no te cuelgues corazón. Y cosas así.
Un mundo de locos sobreexcitados que lo quieren todo ahora y ya! “Europa, una carrera ilimitada al deseo….”
Hace apenas cuatro días mi compañera de estudio se puso a llorar desesperadamente porque no se le abría el correo de mail y ya había probado a instalar y desinstalar mil veces el Outlook y había reseteado otras tantas el ordenador y el router y el fliski y el flaski! Y nada! Y menuda mierda! Menuda mierda todo!
Yo misma, el otro día salí a la calle para comprobar que no se hubiera declarado la tercera guerra mundial y yo no me hubiera enterado. Único motivo lógico por el cual yo no tenía respuesta inmediata a un mail que había mandado unos 30 segundos antes.
Dios mío de mi vida, donde vamos a ir a parar. “Este mundo, tal como es ahora, quiere morir, quiere sucumbir y lo conseguirá…” Como decía Herman Hesse en Damian.
El mail, el sms y la televisión por cable, han hecho de nosotros unos niños mimados que queremos las cosas ahora mismo. Quiero ver este programa ahora! No dentro de un rato, ni hace un rato. Quiero hablar contigo, ahora! Quiero que me contestes, ahora! Y lo quiero, ahora!
En fin, que la cosa no tiene muy buena pinta.
Que desesperación cuando intentas contactar con alguien y no te contesta al móvil. Hace poco un cliente me llamó al móvil un sábado a las 11 de la noche. Por un momento pensé que quería invitarme a cenar… qué va! Quería pedirme si podía mandarle unas fotos por mail para tenerlas el domingo por la mañana. Porque igual, igual¿?! Le harían falta. En fin…
Y yo, lo reconozco, he llamado a horas intempestivas, he mandado mensajes a horas impensables, porque sí, porque no puedo resistir la facilidad de teclear lo que se me acaba de ocurrir y mandarlo. Lanzarlo al viento… Bueno… qué os voy a contar…
Y cuando no se anda muy bien de los nervios… Ay… el mail o el sms, son armas de destrucción masiva. Son paquetes bomba! Porque la inmediatez es lo que tiene, que no da tiempo a pensárselo mucho, y… con lo guapo que hubieras estado calladito… A vosotros también os ha pasado, espero!
“La existencia -decía san Agustín- es un combate entre lo esencial y “una avalancha de pensaminetos frívolos.”
Con lo único que he mejorado con el tema este del sms, es con mi madre, que ahora que ha medio aprendido a mandar mensajes, ya no llama y te tiene dos horas al teléfono. O te riñe porque te ha llamado dos veces y no estabas! O te pregunta insistentemente- ¿Qé te pasa? tienes mala voz, ¿ha pasado algo? Qué pasa? Y te pone de los nervios.
Ahora manda unos mensajes de lo más cool. – marta tot bé ptó mare.
Incluso a veces soy yo la que la riño porque la he llamado varias veces al móvil y no contestaba… Qué desastre!
En fin, que como dice Pascal Bruckner. En “La tentación de la inocencia”. El milagro de la invención perpetua se ha vuelto rutina. El progreso de las cosas atiza nuestra fiebre: exigimos cada día, en todos los ámbitos, rápidos perfeccionamientos. La técnica nos mantiene en la religión de la avidez: con ella lo posible se vuelve deseable, lo deseable, necesario. Se nos debe lo mejor. La industria, la ciencia, nos han acostumbrado a tanta fecundidad que echamos pestes cuando los descubrimientos escasean, cuando hay que diferir la satisfacción. “Es insoportable”, exclamamos: rabieta de un chiquillo caprichoso que patalea delante de un juguete mientras grita: Lo quiero.
Quiero dejar atrás al hombre con inventiva, que es una maldición para la tierra. Exclamaba Henry Miller. Y a veces, realmente, parece una verdad como un templo.
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4 comentarios:
Ens hem tornat tots adolescents malcriats que només ens satisfem amb l'obtenció del caprici en la immediatesa.
que bo! marta
fluix de paraules en torrent...
conceptes i metafores delicioses... "religión de la avidez" buff...
...
volem mes!!
ja!
petó
m.
Marta, dar con tu blog ha sido un descubrimiento maravilloso. A veces parece que encontramos inesperadamente gente con una sensibilidad similar. Me alegro de haberte leído, no estoy tan sola. Aunque nos separan muchas cosas estamos cerca, creo. Pásate a ver mi blog cuando quieras.http://blogs.ya.com/elcaminoespeligroso/
Hola Amparo, muchísimas gracias por estar ahí al otro lado. Eso hace que yo tampoco me sienta tan sola... ;-)
Ahora mismo entro en tu blog!
Saludos!
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